viernes, 23 de marzo de 2007





Que caminamos diariamente buscando rumbos en la vida es la consigna de siempre. Los hombres se esmeran por encontrar lo que les llene, lo haga sentirse bien y en resumidas cuentas, feliz. Yo, un ser más del montón, sigo ese camino pero con la diferencia de reconocer que cada quien tiene libertad, esa cualidad o don dado –no creado por nosotros- que es lo que diferencia los caminos que escogemos para vivir o experimentar la felicidad. Esa felicidad que es pasajera y nos llena por momentos, nos eleva hasta dimensiones espirituales o nos permite simplemente el goce placentero de una experiencia particular y hasta egoísta.

La felicidad ¿como describirla?, casi imposible. Pero la encontramos en diferentes ámbitos de nuestra cotidianeidad. Momentos sencillos o muy trascendentes para nuestra propia existencia, espacios que nos hacen ver que estamos vivos, que conseguimos cosas, motivo de sentimientos de triunfo y orgullo. Y sin embargo, la felicidad se sigue escapando de quienes continuamente la buscamos. Se deja sentir como para que deleitemos brevemente su néctar y luego nos abandona con el gustito en la boca, esperando a que la conquisten. ¿Es que acaso lo que pensamos que es felicidad no lo es? Tal vez sí, tal vez no. Tal vez sea eso que dicen que en este mundo sólo se consiguen cosas pasajeras pero que hay un más allá donde todo es eterno, donde las cosas permanecen y no son ya mudables. En ese mundo tal vez la felicidad sea eterna y mientras, acá nos queda solamente buscarla y encontrarla pero no disfrutarla del todo por que luego de esta vida gozaremos de ella eternamente.

Pero ¿cómo encontrarla? ¿dónde?... En el lugar menos esperado tal vez, en tal o cual situación, en aquellas personas que nos hacen sentirnos bien, en un reconocimiento, un triunfo laboral (mismo “buscando la felicidad”, la película), o en ese ser humano especial en el que descubrimos la otra mitad de nuestro corazón por que ella o él se la llevó sin darnos cuenta.

Llegando a este punto la felicidad pareciera que es más profunda y hasta implica algo de sacrificio, cosas que a veces no entiendes pero a la larga vas descubriendo que tienes que dar, desprenderte de hacer o tener tal o cual cosa. Así entra el tema del compromiso y la fidelidad por eso que sientes, y crees es tu felicidad. Por tanto, pareciera que encontramos felicidad en ese otro (a) en el que encontramos paz. Sí, he dicho “paz”. Ese otro sentimiento que nos hace sentirnos bien con nosotros mismos pero que no sólo depende de nosotros si no de otros. Por tanto, nos hace sentirnos bien con los demás.

domingo, 11 de marzo de 2007

A una amiga personal y compañera de trabajo



Hace muy poco tuve noticias de la vieja y gran amiga A, quien partió a tierras sureñas hace casi un mes decepcionada de la hipocresía de los programas de desarrollo en esta parte del norte del país.

Actualmente radica en el ombligo del mundo, adecuando su vida al trabajo turístico y de conservación.

El sábado recibí un e mail en que me pedía un favor: hacer dos ilustraciones para un libro de colorear. Se trata de retratar las “cochas”, palabra quechua que hace referencia a los lagos o lagunas de río donde habitan varias especies, una de las cuales son los lobos de río y nutrias que se encuentran en extinción.

Por breves momentos recordé tiempos pasados cuando trabajamos juntos y sentí nostalgia. Aquellos tiempos de anochecidas y amanecidas por trabajo con ratos de relajo en la ofi, escuchando música más allá de las dos o tres de la mañana con lo cual rompíamos el silencio reinante y espantábamos los espíritus chocarreros de marylunna, comiendo hamburguesas y bebiendo pepsi o el agua del bidón que no duraba más de una semana.

Momentos de confidencias, secretos, consejos, rajes o simplemente silencios que permitían compartir el sufrimiento ajeno.

Nadie he conocido más auténtica que tú. Eres de las personas que se muestran verdaderamente como son y caen bien en todo lugar, tienen empatía y tino para cada cosa, gente simplemente “humana”, sencilla e inteligente, con sentido común y con instinto para las cosas –como ella misma acostumbraba a decir-. Criaturas del día y más de la noche, noctámbulas por el trabajo o la chacota.

A ti querida amiga mis mejores deseos. Espero que las cosas te vayan bien y llegues hasta donde quieras llegar, hasta donde las fuerzas te lo permitan y sobre todo, que ese espíritu justiciero, luchador no desmaye. Un abrazo en la distancia. Saludos A.